
El viaje que hicieron los Reyes Magos y adonde les llevó la Estrella, lo sabemos todos. En qué catedral se puede admirar esta maravilla, puede que sí, puede que no. Probad. Clicad en el título del artículo y luego dejad un comentario. 
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Viajar es una actividad necesaria para abrir la mente, para entender a las personas diferentes de nosotros, pero también puede ser simplemente mirarnos dentro y observar lo que vemos...
te recibe y te saluda cuando te vas. Intentas imaginárte las cabezas de carnero con cuerpo de león en honor del dios Amón una detrás de otra durante 3 kilómetros, cuando la antiguaTebas (Luxor) estaba en su esplendor, poniendo en comunicación una vez al año dos mundos que funcionaban de forma independiente. La diosa madre Mut, salía desde el templo de Luxor hasta Karnak para visitar a su esposo Amón (helenización del nombre egipcio Amen). Era éste el momento en que el pueblo podía ver las estatuas de los dioses que adoraban. A continuación Mut y Amón, juntos, se encaminaban hacia el Nilo y navegando sobre sus aguas transcurrían una semana. La promesa de fertilidad que el río portaba en su seno se cumplía y la pareja volvía a Karnak. Llamarían a su hijo Jonsu y así se completaría la tríada tebana. Y con ella la esperanza de prosperidad para el resto del año traducido en la inundación de las orillas del Nilo dejando el precioso limo, que convertiría la tierra asolada en útero donde podrían crecer las semillas que quitarían el hambre a la población.
ente hacia arriba, observando el coloso con la doble corona de Egipto que podría representar Pinodjem I y uno se encuentra en una sala hipóstila de ciento trenta y cuatro columnas con capiteles de 3,50 metros de diámetro, la mayor parte de estilo papiriforme cerrado. Por increíble que pueda parecer aún se ven restos del colorido utilizado para decorarlas, a pesar de estar a la intemperie. Se desata dentro del pequeñisimo ser humano que observa la grandiosidad de las columnas, una desenfrenada necesidad de hacer fotografías con la esperanza de no olvidar jamás lo que siente en esos momentos. Mientras tanto los relieves cuentan como el faraón hacía ofrendas al dios Amón y los muros exteriores como Seti I y Ramsés II lucharon en Palestina y Siria y se aprende como se desarrolló, según la versión ramésida, la batalla de Qadesh.
travesan pilones, obeliscos dedicados a Tutmosis II y a la valiente y odiada reina Hatshepsut, que fue faraón sin ser hombre, el muro de los registros de Tutmosis III...allá donde se gire la cabeza se descubre una nueva preciosidad.
a purificarse antes de dar comienzo a los ritos del templo y sobre todo al mismo faraón, solo, acercándose al líquido sagrado. Impone. 

“El señor de los anillos” de Tolkien) y el mundo de ahora en adelante sería regido por los hombres. Fueron ellos los que erigieron una estatua en el lugar donde el elfo había vigilado para que el juego fuese limpio.

y de España, pero su Majestad Don Juan Carlos I de Borbón renunció a vivir en él y a tener una corte cuando subió al trono. La casa de la familia real fue desde el principio el pequeño palacio de la Zarzuela, en el Monte del Pardo. El Palacio Real, obra de los arquitectos Filippo Juvara y Juan Bautista Sachetti ayudados por Ventura Rodríguez y Francesco Sabatini, fue y es sin embargo protagista de grandes ceremonias de Estado, actos oficiales y recepciones.
seguir la tradición de los grandes misterios 
cristianos, el canon ortodoxo que hasta el siglo XV se llevaba en las Iglesias occidentales y orientales y que alcanzó su cúlmine con el pintor Rublev. Argüello ha interpretado todo esto incorporando los descubrimientos aportados por los movimientos contemporáneos, empezando por el impresionismo.






el mundo se da cita en la plaza representa Felipe III y a pesar de que data del 1616, vigila la plaza sólo desde el 1848. Sus autores, Juan de Bolonia (escultor francés que trabajó en la Italia del Renacimiento) y Pietro Tacca (italiano, alumno de Giambologna, máximo representante en Toscana del gusto barroco).
Madrid no fue siempre capital. Y no llegó a serlo como resultado de una guerra, que es lo que suele ocurrir, sino por la voluntad concreta de un monarca, Felipe II, de instalarse en ella en 1561. Por aquel entonces era una villa medieval no fortificada de unos cinco mil habitantes. Hasta entonces Carlos V había celebrado Cortes en Valladolid, aunque fue él a otorgarle la corona real al escudo del oso y el madroño aún hoy símbolo de la ciudad de los atardeceres. 
ellos durante una temporada, a ver si se me pasa la murriña. Hoy lo dedicaremos a las actividades gratuitas que organiza el Real Jardín Botánico. ¿No habeís estado nunca? Es una pena, porque vale la pena. Es fácil de visitar, pues está muy cerca del Museo del Prado, meta obligada de cualquier turista en la ciudad de los atardeceres.
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