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28.11.08

Inauguración del Domus Aequa.

A las 15,30 del 30 de novembre 2008 se inaugura la Bodega del Mundo “Domus Aequa”, un espacio cuyo fin es el de promover un comercio justo , el dialogo y la paz entre los pueblos. La organización está a cargo de Cooperativa Equazione y CIES (Centro de Información y Educación al Desarrollo, Ong de cooperación y educación al desarrollo y a la intercultura).

¿Dónde? En el corazón de la ciudad eterna. A pocos pasos de la Plaza Venecia, en Roma. Se trata de una primera fase en la que se propone la venta al público de productos de alimentación y artesanía provenientes de Paises del Sur del Mundo, eventos culturales, actividades de formación e información, espacios expositivos y una zona restaurante cuyos protagonistas son los alimentos biológicos y provenientes del comercio justo. Se ofrecerá un buffet de productos típicos de Palestina, Filipinas, Brasil, Sur Africa y Vietnam junto con té, café y guaranito, bebida natural similar a la cocacola. Composiciones e ideas diferentes para regalar en Navidad.

¿Y después? Biblioteca, punto internet y un espacio donde tomar algo representarán un lugar de reunión donde discutir.

Inauguración Domus Aequa

Domingo 30 noviembre 2008, a partir de las 15,30
Via Sant’Eufemia 9, Roma (zona Plaza Venecia).

Para más información, +39 329 1023190, +39 3387129234, info@domusaequa.org
http://www.domusaequa.org/
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19.11.08

Cursos de Arqueología

El objetivo de los cursos organizados por el PAMAN en Buitrago del Lozoya es la de conocer más profundamente la Sierra Norte de Madrid desde el punto de vista histórico que los descubrimientos arqueológicos permiten. El horario de las lecciones será de 17 a 20 horas durante los días 26 y 27 de este mes. Ulterior información puede pedirse llamando al número de teléfono +34 91 8688698. Buen viaje en el tiempo.

Fuente: La Muralla de Buitrago del Lozoya
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16.11.08

Viaje a Egipto. Templo de Luxor.

Tebas. Capital del Imperio Nuevo. Luxor, el templo dedicado a la tríada tebana: Amón-Ra, Mut y su hijo Jonsu, el dios lunar. Perdido en el tiempo y bajo la arena hasta que se descubrió su existencia en el 1881 gracias al arqueólogo Gaston Maspero. Un santuario erigido por Hatshepsut y Tutmosis III había servido de base para su construcción a Amenofis III cien años después de la muerte de los primeros. Había sido acabado durante la XVIII dinastía, pero sucesivamente Ramsés II, Tutankhamon, Alejandro Magno y varios emperadores romanos añadieron “detalles” más o menos importantes.

El templo impone al primer impacto. El primer pilón y las estatuas sedentes de Ramsés II te inducen a pararte, casi a no atreverte a entrar. Catorce metros de altura que parecen muchos más. Incluso los dos que están rotos, por el suelo, delante del templo, te sobrecogen. Se han usado tipos de piedra diversas, lo que les quita monotonía, a pesar de ser todas iguales. De los dos obeliscos (pequeños “detalles”) que originalmente saludaban al visitante queda sólo uno, que se mantiene en pie a pesar de la enorme grieta que atraviesa su base. Esa fue la razón para que se eligiera el otro, en mejores condiciones, para comenzar el éxodo hacia Francia, que los recibió como regalo en el 1836. Hoy se puede admirar en la plaza de la Concordia de París. El derecho sobre el obelisco que aún está en Luxor fue cedido en el 1980.
Uno oye hablar de Ramsés II tanto antes de llegar a Egipto, de sus 66 años de reinado, que piensa que cuando verá sus obras le desilusionarán. Bien, no es así. Es siempre impresionante. Supongo que era esa su intención cuando las hacía construir.
La batalla de Qadesh, la primera batalla documentada de la historia, se combatió a orillas del río siriano Orontes en el quinto año de reinado de Ramsés II (tercer faraón de la XIX dinastía) entre los hititas y el faraón al frente de cuatro divisiones cuyos nombres reflejaban la protección que los dioses más importantes de Egipto habrían de darles: Amón, Ra, Ptah y Seth. La escena representada en este pilón habla de los dos militares hititas que fueron capturados para conseguir información y del hecho que los hititas se habían dejado coger aposta con la intención de tender una trampa a los egipcios. Ramsés, convencido de la lejanía de la posición de los hititas, continuó a avanzar sin esperar a su ejército. Una vez entendida la emboscada, según dicen algunas fuentes, envió a llamar a las otras divisiones mientras se enfrentaba con astucia y gran coraje a 2.500 carros de combate, hasta que recibió la ayuda de los “nearin”. Ramsés creyó que había sido el dios Amón a enviárselos. Después de una terrible batalla, el enemigo se vió obligado a retroceder. El rey Mutawattali no ordenó la intervención de la infantería y ofreció la paz al faraón, que la aceptó. Ambos comandantes se dieron por victoriosos. Ramsés representó la batalla distinguiendo claramente vencedor y vencido en el tamaño de cada uno: Ramsés es enorme, los hititas chiquititos.

Surcando el umbral del pilón, se llega al Patio de Ramsés II. Lo primero que sorprende es ver una mezquita en lo alto, a la izquierda: la Mezquita de Abu el-Haggag. Sólo cuando te alejas de ella para verla mejor te das cuenta que enfrente, al otro lado del patio, se encuentra un santuario compuesto por tres capillas que estuvieron dedicadas a la tríada tebana. Cierra el patio la presencia de dos estatuas de Ramsés II sentado con las manos en las rodillas. Es muy joven. Lleva la doble corona de Egipto y la barba de ceremonia. Nefertari, su bellísima mujer representada en pequeño, aparece al lado de su pierna, como si lo acariciara. Dejando atrás estas modificaciones aportadas por Ramsés II se llega a la columnata de Amenofis III. Sus muros nos hablan de la fiesta de Opet, en las que las estatuas de Amón, Mut y Jonsu tenían un papel protagonista y se puede ver también a Tutankhamon presentando ofrendas.
El patio de Amenofis III posee setenta y cuatro columnas, estatuas del faraón y pequeñas efigies esculpidas durante el reinado de Ramsés II. Amenofis III viene representado después de haber finalizado los ritos de deificación. Para llegar al santuario de la barca sagrada reconstruido por Alejandro Magno y que lo muestran llevando ofrendas para ser reconocido soberano de Egipto, hay que atravesar la sala hipóstila. Junto al santuario, Amenofis III quiso representar su descendencia directa de Amón.

Volver a recorrer el edificio hacia atrás cuando empieza a caer el sol es una experiencia particularmente agradable. Pararse en el sugestivo santuario de la barca sagrada a observar con detenimiento a Alejandro Magno y el techo aún decorado con los colores originales, también.

Una última mirada antes de irnos. Está atardeciendo. Entre un cuerpo de león y otro el viajero observa el enorme círculo naranja jugar al escondite con las palmeras de la ribera derecha, mientras el templo cambia de color, iluminado con fuerza desde el fondo y a través de su espina dorsal por la luz tenue que sólo acaricia el primer pilón.

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8.11.08

Viaje a Egipto. Habibi V.

Salimos de Karnak y nos dirigimos en línea recta hacia el Nilo. Sentí una energía buena, que se perdía según nos fuimos desplazando a la derecha para ir donde habían atracado las falucas. Allí observamos como un hombre del lugar, agachado en una roca, lavaba con cariño su caballo. Se veía claramente que el animal estaba feliz. Relinchaba y relinchaba moviéndo la cabeza, como dando las gracias. Más que un baño parecía un largo ritual.Navegar por el río, por este río, casi a nivel del agua es una experiencia extraordinaria. Te hace sentirte parte integrante del conjunto que forman viento, hierbas, ibis y demás especies que te pasan al lado, líquido creador de vida. El desierto parece una realidad lejana, aunque está ahí, de vez en cuando ves el color alabastro para recordarte su fuerza, su inmediatez. Dos titanes en continua lucha que determinan la Naturaleza de esta tierra. El aire que te da en la cara, impregnado de este díficil equilibrio, te habla de miles de vidas que se han sucedido gracias a estas aguas. El ibis, trozo de jeroglífico en carne y hueso, confirma la historia volando bajo pero seguro.

Llegamos a la nave crucero con el alma ocupada. Agradecimos la tisana que extrañamente y a pesar del calor nos refrescó y después de una ducha rápida nos fuimos a comer.
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6.11.08

Viaje a Egipto. El templo de Karnak.

El paseo de las esfinges te recibe y te saluda cuando te vas. Intentas imaginárte las cabezas de carnero con cuerpo de león en honor del dios Amón una detrás de otra durante 3 kilómetros, cuando la antiguaTebas (Luxor) estaba en su esplendor, poniendo en comunicación una vez al año dos mundos que funcionaban de forma independiente. La diosa madre Mut, salía desde el templo de Luxor hasta Karnak para visitar a su esposo Amón (helenización del nombre egipcio Amen). Era éste el momento en que el pueblo podía ver las estatuas de los dioses que adoraban. A continuación Mut y Amón, juntos, se encaminaban hacia el Nilo y navegando sobre sus aguas transcurrían una semana. La promesa de fertilidad que el río portaba en su seno se cumplía y la pareja volvía a Karnak. Llamarían a su hijo Jonsu y así se completaría la tríada tebana. Y con ella la esperanza de prosperidad para el resto del año traducido en la inundación de las orillas del Nilo dejando el precioso limo, que convertiría la tierra asolada en útero donde podrían crecer las semillas que quitarían el hambre a la población.

Karnak posee santuarios dedicados a cada uno de los miembros de la tríada y es el conjunto de culto religioso hoy conservado más antiguo del mundo. Se inició desde el centro y contribuyeron a él faraones desde la XI dinastía hasta la XIX.

El templo más grande de Egipto, más de cien hectáreas.

La arena conservó sus jeroglíficos, relieves, historias de batallas y dioses durante más de 1.000 años y esto hizo posible que hoy podamos contemplar esta maravilla del mundo antiguo, quizá precisamente porque no fue considerada tal. Hasta el siglo XIX no se supo lo que allí había y aún hoy se sigue excavando, lo que da una idea de su magnitud.

El primer pilón ya impresiona por su grandeza. El gran patio deja a ambos lados el templo de Seti II y el de Ramsés III, donde se guardaban las barcas sagradas que utilizaba la familia de dioses en sus viajes. El primero, a la izquierda, estaba formado por tres capillas dedicadas a Amón, Mut y Jonsu (centro, izquierda y derecha). El segundo sorprende por el pilón con dos colosos del faraón.

Se atravesa el segundo pilón con la cara ya desencajada de admiración, mirando costantemente hacia arriba, observando el coloso con la doble corona de Egipto que podría representar Pinodjem I y uno se encuentra en una sala hipóstila de ciento trenta y cuatro columnas con capiteles de 3,50 metros de diámetro, la mayor parte de estilo papiriforme cerrado. Por increíble que pueda parecer aún se ven restos del colorido utilizado para decorarlas, a pesar de estar a la intemperie. Se desata dentro del pequeñisimo ser humano que observa la grandiosidad de las columnas, una desenfrenada necesidad de hacer fotografías con la esperanza de no olvidar jamás lo que siente en esos momentos. Mientras tanto los relieves cuentan como el faraón hacía ofrendas al dios Amón y los muros exteriores como Seti I y Ramsés II lucharon en Palestina y Siria y se aprende como se desarrolló, según la versión ramésida, la batalla de Qadesh.
Esta batalla se verá representada diversas veces en la historia egipcia y como ocurre a menudo en estos casos, las versiones de las dos partes son diversas, aunque éstas son demasiado diversas. Ambas aseguran haber ganado la batalla. La única realidad demostrable con documentación escrita es que se firmó un tratado de paz, por lo que de alguna forma tienen razón las dos vertientes. Christian Jacq , egiptólogo y escritor de fama mundial, da su versión novelada y seguramente apasionante en “Ramses. Parte III. La Batalla de Qadesh”.

Antes de llegar al santuario se atravesan pilones, obeliscos dedicados a Tutmosis II y a la valiente y odiada reina Hatshepsut, que fue faraón sin ser hombre, el muro de los registros de Tutmosis III...allá donde se gire la cabeza se descubre una nueva preciosidad.
En el sanctasanctórum el faraón se encontraba con el dios Amón-Ra. Las columnas presentan una curiosa peculiaridad: la base es más estrecha del resto. Al tiempo de Tutmosis III se llamaba la sala de las fiestas, entendidas como los rituales de regeneración del faraón. Quedan trozos de pinturas de santos dibujados durante el periodo en que fue utilizada como iglesia cristiana.
Saliendo de una de las múltiples salas del templo uno se encuentra en un pequeño pasillo de piedra a la intemperie que conduce al lago sagrado. E intenta imaginarse a los sacerdotes que acudían a purificarse antes de dar comienzo a los ritos del templo y sobre todo al mismo faraón, solo, acercándose al líquido sagrado. Impone.


Para dulcificar la sensación de misterio, el viajero se encuentra con un escarabajo gigante que trae buena suerte si viene circundado tres veces en sentido contrario a las agujas del reloj.
De la misma forma que el escarabajo pelotero enmaraña su bola y la hace girar, el escarabajo representado en los jeroglíficos ayuda el sol a realizar su viaje diario.

“El más perfecto de los lugares”, Ipet-Sut, es mucho más de lo que aquí se ha contado y vale la pena descubrirlo.

www.phistoria.net/fotos-de-historia/Egipto/Templo-de-Karnak.html
es.wikipedia.org/wiki/Karnak
http://www.anticoegitto.net/
vistasatelite.blogspot.com/2008/06/templo-karnak.html
www.egiptologia.com/content/view/55/33/
http://www.aol.it/news/story/Hallan-la-presa-más-antigua-de-Egipto-junto-al-templo-de-Karnak-en-Luxor/2979424/index.html
es.geocities.com/sabela25/templo_karnak.htm
www.egiptologia.org/arte/templos/karnak_amon/

www.excavacionegipto.com/contexto_geografico/karnak.jsp.htm
actualidad.terra.es/ciencia/articulo/descubierto_karnak_enorme_muro_protegia_1529004.htm

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5.11.08

Flashback

Abbiamo preso una ciambella ogni due persone. Ci turniamo Paolo e io per andare una volta con un bambino, una volta con l’altro. La salita si fa più faticosa dovendo tirare anche la corda del gommone, ma vale la pena scendere scivolando e sentendo la neve che a volte ti arriva in faccia, gridando di gioia e un po’ anche di paura per la velocità che quasi raddoppia scendendo in due. Sali, scendi, sali, scendi, siamo esausti ma ridiamo tutti. Abbiamo appena fatto l’ultima discesa prima di fare una doverosa pausa, io sto già uscendo dalla fine della pista, Paolo si ferma ad aiutare due bambini piccoli che si sono ribaltati con il ciambellone. Mi giro un altro po’ e vedo scendere a tutta velocità due adulti, non faccio nemmeno in tempo a gridare che hanno già investito Paolo, che proteggeva con il suo corpo i due ragazzini. Rimango immobile mentre vedo alzarsi le sue gambe da terra, fino a che la punta del piede è più alta della testa, che nel frattempo rimane per aria, come il resto del corpo, per la forza dell’impatto. Senza riuscire a muovermi vedo passare davanti a me le immagini di una vita, del periodo in cui lui è stato bloccato a letto un mese con una ernia del disco mai operata, di come dovevo caricarmelo sulla schiena per portarlo al bagno, perché lui non poteva camminare, di come dovevo vestirlo, di come ho dovuto lasciarlo inerme una sera con la sola compagnia di Mayte, che allora aveva soltanto 4 anni e andare con Andrea in braccio al pronto soccorso per capire perché un bebé di tre mesi strillava in continuazione in quel modo straziante, dell’attesa lunghissima del pediatra nel corridoio dell’ospedale in un tempo in cui i cellulari non esistevano o noi ancora non condividevamo il loro uso, non mi ricordo, dello stato d’allerta continuo che comporta avere un invalido a casa, nonostante tu cercassi di affrontare tutto sempre come se niente fosse. Dopo un treno interminabile di fotogrammi il corpo di Paolo è arrivato a terra, di schiena, si è sentito il tonfo, nonostante la neve attutisca i suoni. Continuo a non riuscire a muovermi. Lo guardo, con il terrore che non riesca a alzarsi. Lui apri gli occhi, guarda il cielo aperto, mi individua con lo sguardo e molto, molto lentamente comincia a piegare una gamba, poi l’altra. Si gira verso destra a ritmo di lumaca e si ferma. Riesce a fare un altro mezzo giro e s’ inginocchia. Quando lo vedo in piedi mi viene fuori una risata stridula-sospirante. Finalmente riesco a camminare verso di lui, che subito pensa a finire di aiutare a uscire dalla pista i due bambini investiti, che senza un graffio trascinano la ciambella, anche se con molta difficoltà. Ma i loro genitori, dove sono andati?

N.A. vietata la reproduzione senza previo permesso
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3.11.08

Viaje a Egipto. Habibi IV.

Llegamos en autobus a la nave crucero. Estaba atracada en primera fila. Digo esto porque es bastante normal que el mismo atraque sea aprovechado por cuatro y cinco naves. Tienen todas más o menos las mismas dimensiones y están diseñadas de forma muy parecida, con lo cual, puestas en paralelo, con la única separación de un neumático de coche que impide que se choquen, es posible pasar de una recepción a otra a través de una pequeña pasarela. También el último piso está a la misma altura, de modo que da la impresión de estar en una gran piscina, con muchísimas tumbonas y gente en bañador, cuando en realidad cada barco tiene una piscina pequeña y pocas personas que la aprovechan. La mayor parte está vestida a la sombra, sentada en la terraza disfrutando de la vista del Nilo. ¿Cómo es? En Luxor el agua, a pesar de ser calma, da la idea de tener una inmensa fuerza y al fondo se vislumbra una linea ligera pero preciosa de vegetación. Las palmeras dan el toque de exotismo a quien no está acostumbrado a verlas. Así de simple, pero absolutamente magnético.
Pasamos la tarde descansando bajo el toldo y de vez en cuando empapándonos de sol, recreándonos los ojos con la vista del agua y de la tierra fértil.

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1.11.08

Viaje a Egipto. Habibi III.

Llegamos al aeropuerto cansadas de tantas horas de vuelo, a pesar de los paisajes maravillosos que la ventanilla del avión nos había procurado, pero enseguida nos hicieron ponernos de buen humor. Allí nos recibieron con el cartel de la agencia y llamando nuestra atención con un simpático apelativo: Royalitos, royalitos!. Dicho con ese gracejo típico de los egipcios y con todos los dientes relucientes en una increíble sonrisa, es imposible no sonreir a su vez. He leído de gente que se ha sentido menospreciada por este modo de sentirse llamados, pero de verdad que no hay absolutamente nada de ofensivo. Llevo muchísimos años casada con un mochilero y sé perfectamente que existe un modo más libre de viajar y que quien está acostumbrado a ir así fatiga a seguir un grupo. Les gusta elegir en cada momento su destino y cambiar de idea cuando quieren. Pero os aseguro que ha sido una gozada, realmente una gozada, por una vez, no tener que sacarte las castañas del fuego al primer imprevisto, no pensar a nada más que a las cosas maravillosas que tienes que ver y aprovechar cada minuto de espera en leer lo que querías aprender. Y entonces vivan los royalitos. Especialmente para las personas a las que el cuerpo ya no les permite ir por libre o que simplemente no tienen ganas de estar resolviendo problemas también en vacaciones. Además tengo que decir que Royal Vacaciones pone una atención especial en conseguir que cada uno de sus viajeros se encuentre agusto y obtenga de la semana que tiene a disposición las expectavivas deseadas. Funciona.

Nos pidieron el pasaporte (con validez al menos de seis meses más desde el inicio del viaje) y con él sacaron todos los visados juntos (ya incluidos en el precio del viaje) y nos dirigieron hacia la aduana entregando el documento abierto en la página donde habían puesto el sello y una cartulina que habíamos rellenado con nuestros datos mientras el señor de la agencia gestionaba los visados y asignaba un guía a cada pasajero escribiendo su nombre en la tarjeta de embarque a la nave crucero que nos dió a continuación. Nuestra nave era la Crown II y nuestro guía Aladino. Aún no sabíamos que estos dos nombres eran una grandísima fortuna.
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