google25bf64896cccb828.htlm Viajando al centro...de tu ser: Viaje a Egipto. Habibi III.

1.11.08

Viaje a Egipto. Habibi III.

Llegamos al aeropuerto cansadas de tantas horas de vuelo, a pesar de los paisajes maravillosos que la ventanilla del avión nos había procurado, pero enseguida nos hicieron ponernos de buen humor. Allí nos recibieron con el cartel de la agencia y llamando nuestra atención con un simpático apelativo: Royalitos, royalitos!. Dicho con ese gracejo típico de los egipcios y con todos los dientes relucientes en una increíble sonrisa, es imposible no sonreir a su vez. He leído de gente que se ha sentido menospreciada por este modo de sentirse llamados, pero de verdad que no hay absolutamente nada de ofensivo. Llevo muchísimos años casada con un mochilero y sé perfectamente que existe un modo más libre de viajar y que quien está acostumbrado a ir así fatiga a seguir un grupo. Les gusta elegir en cada momento su destino y cambiar de idea cuando quieren. Pero os aseguro que ha sido una gozada, realmente una gozada, por una vez, no tener que sacarte las castañas del fuego al primer imprevisto, no pensar a nada más que a las cosas maravillosas que tienes que ver y aprovechar cada minuto de espera en leer lo que querías aprender. Y entonces vivan los royalitos. Especialmente para las personas a las que el cuerpo ya no les permite ir por libre o que simplemente no tienen ganas de estar resolviendo problemas también en vacaciones. Además tengo que decir que Royal Vacaciones pone una atención especial en conseguir que cada uno de sus viajeros se encuentre agusto y obtenga de la semana que tiene a disposición las expectavivas deseadas. Funciona.

Nos pidieron el pasaporte (con validez al menos de seis meses más desde el inicio del viaje) y con él sacaron todos los visados juntos (ya incluidos en el precio del viaje) y nos dirigieron hacia la aduana entregando el documento abierto en la página donde habían puesto el sello y una cartulina que habíamos rellenado con nuestros datos mientras el señor de la agencia gestionaba los visados y asignaba un guía a cada pasajero escribiendo su nombre en la tarjeta de embarque a la nave crucero que nos dió a continuación. Nuestra nave era la Crown II y nuestro guía Aladino. Aún no sabíamos que estos dos nombres eran una grandísima fortuna.
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