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3.10.08

Los Madriles II. ¿Por qué capital de España?

Madrid no fue siempre capital. Y no llegó a serlo como resultado de una guerra, que es lo que suele ocurrir, sino por la voluntad concreta de un monarca, Felipe II, de instalarse en ella en 1561. Por aquel entonces era una villa medieval no fortificada de unos cinco mil habitantes. Hasta entonces Carlos V había celebrado Cortes en Valladolid, aunque fue él a otorgarle la corona real al escudo del oso y el madroño aún hoy símbolo de la ciudad de los atardeceres.
Los historiadores no se ponen de acuerdo en cuanto a la razón final que llevó a Felipe II a cambiar la capital de lugar. Se supone que su mente absolutista lo llevara a soñar un lugar central, símbolo de la unidad de sus reinos. Madrid estaba equidistante de la mayor parte de las regiones españolas, más que Sevilla, Toledo e incluso Valladolid.
Felipe II quiso una nueva capital ajena a viejos conflictos, privilegios y tradiciones. Es probable o al menos posible que influyeran también sus ganas de seguir de cerca el proyecto de la construcción del Monasterio de El Escorial. Hubiera sido lógico que al anexionarse Portugal hubiera trasladado su Corte a Lisboa, pues era el consejo de muchos y él mismo era hijo de portuguesa.
Dice la leyenda (y sólo de leyenda se trata, pues las fechas no coinciden) que su padre Carlos V, cuando comunicó a su hijo su decisión de abdicar, le dió una serie de consejos, entre los cuales se hablaba de la capital. Le decía que si lo que deseaba era aumentar sus reinos, llevara la Corte a Lisboa, cara al Atlántico. Si lo que anhelaba era conservar los que tenía, tendría que dejar la Corte donde estaba, en Valladolid. Y si lo que quería era perder poder y tierras, llevar la Corte a Madrid era el método más rápido.

Lo que si es cierto es que la villa de Madrid poseía una riqueza transparente: gran abundancia de aguas aprovechables a nivel de superficie. Bosques cargados de osos y lobos e importantes pastos aumentaban su tesoro natural. Un elogio de la época hablaba de una zona muy templada y de buenos aires, limpios cielos, aguas muy buenas, pan y vino singulares y de cosecha propia, especialmente el vino tinto que es muy bueno, y también los blancos son muy ricos, posee muy buenas carnes de todo tipo, mucha caza, montería de puercos, ciervos, gamos, corzos, conejos, liebres, perdices, aves variadas y los toros más bravos de España y muchos caballos y mulas junto con todas las bestias necesarias para el servicio de la casa y de la agricultura. El pan blanco candeal de propia cosecha, legumbres de todo tipo, muy buena hortaliza, frutas verdes y secas. Excelente queso (que dice no tiene comparación ni con el Parmesano de Italia). En fin, todo lo que hace falta para alimentar una villa, menos pescado fresco. A excepción de los besugos, congrios, atunes, pulpos, sardinas y otras especies que trae la diligencia . Hacen venir también truchas, salmones, angulas, lampreas, barbos, escabeches, lenguados, acedias, hostias, sábalos salados, etc.

Vamos, de Madrid al cielo.
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Fuentes:
Ciudades de la Historia, Madrid de los últimos Austrias, Néstor Luján
Wikipedia

Foto: Oli
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